En
1564 Miguel López de Legazpi inició su travesía hacia las Filipinas, el
virreinato esperaba encontrar en estas islas, riquezas y productos asiáticos,
pero en ellas no encontraron las sedas, el té, especias y artesanías que
esperaban encontrar por lo cual los españoles establecieron el centro de las
operaciones mercantiles en Manila.
En su búsqueda los colonizadores encontraron
navegantes chinos que llegaban a la isla, eran mercaderes procedentes del
Celeste Imperio, los cuales les suministraron lo que buscaban a los
colonizadores.
De esta manera el galeón estableció el primer
contacto comercial entre la Nueva España y China, vía Acapulco-Filipinas. La
relación no se apegó a formulismos diplomáticos entre el gobierno virreinal y
el imperial. Sencillamente fue establecida entre colonizadores y mercaderes
fortuitos y sin embargo... el nexo era realidad.
A cambio de las apreciadas mercaderías chinas, la
Nueva España enviaba al este de Asia su materia prima básica en los mecanismos
de exportación: la plata, metal codiciado en aquellas regiones por gozar de
gran popularidad
Para 1565 inician los viajes del Galeón de Manila o
también conocido como el Nao de China, el cual transportaba mercancías de China
hasta el Puerto de Acapulco.
Dicho comercio se realizó hasta 1815, fecha en la que tanto el movimiento de independencia en México, como la bancarrota en España, llevaron a la suspensión de las travesías del Nao de China.
La llegada del Nao de China a el puerto
de Acapulco trajo grandes ventajas hacia el comercio y el intercambio. El
arribo de este gran navío, principalmente para los españoles era un evento de
gran importancia ya que aparte de los artículos asiáticos que llegaban, también
se informaban de lo que pasaba en el continente asiático, por tal motivo este
Intercambio no solo era comercial si no también cultural, conectando en ese
tiempo dos grandes continentes.
Desde ese entonces se ha visto como
entre ambos países siempre ha habido una unión comercial.
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